sábado, 24 de diciembre de 2016
CAPITULO 4
—Tengo que irme —dijo Paula, cogiendo su bolso y sus compras—. Mi madre estará preocupada. He cogido el coche de Tomas y probablemente querrá que se lo devuelva cuanto antes.
Pedro se levantó, con una sonrisa en los labios y que no se reflejaba en sus ojos.
—Siento que tengas que irte tan pronto. Esperaba que me contaras cómo te han ido las cosas desde la última vez que nos vimos.
Paula le miró, sorprendida ante su repentino interés.
—He pasado la mayor parte del tiempo estudiando.
—Mi familia se alegrará de volver a verte —dijo él, tras un breve silencio—. ¿Te gustaría venir alguna tarde a casa? Puedo pasar a recogerte.
A ella le empezó a latir aceleradamente el corazón. ¿Pedro Alfonso quería volver a verla, pasar tiempo con ella, después de todo lo ocurrido entre ellos? La joven se preguntó si acaso podría haber una segunda oportunidad.
—No estoy muy convencida de que así sea, Pedro. Dudo que quieran volver a verme después de todo este tiempo.
—Te sorprendería. Pero eso depende de ti, por supuesto.
—Me gustaría mucho volver a verles, Pedro, mucho.
—Bien —dijo él, con una sonrisa que casi la hizo echarse a temblar—. ¿Cuándo?
—No tengo ningún plan.
—¿Mañana por la tarde? Puedo pasar a recogerte a las siete, si te parece bien.
—Sí, perfecto —contestó en un impulso. Se separaron y hasta que Pedro desapareció entre la multitud, Paula no se dio cuenta de que él había evitado tocarla en todo momento.
Se preguntó por qué habría aceptado su invitación. Una vez más iba a formar parte de las reuniones navideñas de la familia Alfonso, una tentación a la que no podía resistirse a pesar de las consecuencias emocionales que pudiera tener.
¿Cómo podría una persona resistirse a la magia?
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